sábado, 16 de diciembre de 2017
CAPITULO FINAL (SEGUNDA HISTORIA)
Esas palabras me traen vagos recuerdos, de aquella primera noche en el ascensor que él ha olvidado, cuando me susurró palabras parecidas. Aunque no debo sentirme especial, lo más probable es que sea su grito de guerra.
Entonces, al recordar aquel día lejano caigo en la cuenta. Un pequeño clic que encaja una pieza perdida, me había llevado a mi trabajo pero yo no le había facilitado la dirección...¿se acordaba?
¿Recordaba aquella noche? Tenía que saberlo.
—Te acuerdas de mí... Recuerdas aquella noche...
El sonríe y posa sus labios en el hueco de mi cuello.
—¿Como olvidarte piernas largas si has atormentado mis sueños estos dos largos años?
—¿Por qué ... no lo dijiste?
—Pensé que no me recordabas tú. Tu miedo al pensar que moriríamos, tu salida acelerada del ascensor sin darme tiempo a nada... pero yo no te he olvidado. Te busqué, regresé a la oficina a esa maldita hora durante meses, pero no sabía con certeza si trabajabas ahí, o si acaso habías acudido por alguna causa. Ese edificio dónde trabajas tiene oficinas de todo y para todo.
—Y tú, ¿para qué habías ido? — pregunte curiosa.
—A firmar el contrato de alquiler.
—¿Pero a los guardias civiles no os dan casa?
—No siempre. Además prefiero mi propia casa a estar en el cuartel.
—Bueno, según Liliana me ha contado el cuartel tiene sus cosas buenas.
—Si, un precioso calabozo abandonado dónde podría esposarte para que no huyeses más de mí.
—Yo también he pensado en ti estos años.
—Pero te prometiste. Yo no.
—¿Me vas a decir que no has estado con ninguna otra?
—No ha habido ninguna como tú. No he podido sentir por otra nada. Tu recuerdo era demasiado fuerte. Quisiera haber eliminado tu recuerdo de mi mente, haber borrado de mi boca tu dulce sabor. Pero no pude, cuando pasaron los días y pensé que me había curado, que ahora iba a poder seguir
adelante con mi vida, descubro que no te había olvidado. Cada vez que trataba de entablar amistad con alguna chica o tomar aunque solo fuese un café, me daba cuenta a mi pesar de que no era posible borrar tu recuerdo, lograr sacarte de mí mente parecía algo imposible. Y no era capaz de dar contigo.
Se convirtió casi en una obsesión y ahora, apareces ante mí por arte de magia y antes de poder decir nada, me dices que te llamas “Señorita prometida con un hombre maravilloso”. Quise morir allí mismo. No había conseguido intimar con ninguna otra y tú estabas con otro a punto de casarte.
—Bueno, yo tampoco he estado con nadie más — confieso.
—¿Qué quieres decir? No estabas con ese imbécil de Hector que no tiene ni media ostia — pregunta confuso.
Ante la tontería que ha dicho sonrío. Es verdad que a su lado, Hector no tiene mucho músculo.
— Hector es, o mejor dicho, era muy religioso y no quería tocarme hasta que no estuviésemos casados.
—Menudo gilipollas.
—Sí supongo. Probablemente no me deseaba.
—No puedo creer que en este mundo exista un solo hombre que no se muera por tocarte.
—A pesar de mis dos kilos...
—Bueno yo tampoco soy perfecto, tú misma lo has dicho, mucha polla y poco cerebro...
—No es cierto, solo quería herirte, estaba enfadada. Bueno lo de “mucha polla”, eso si es cierto — sonrío.
—¿Enfadada conmigo? ¿Por qué?
—Entre otras cosas por no acordarte de mí.
—Nunca te olvidé. Siempre te he buscado, cuando me bajé de la moto y te vi, no podía creerlo me pasé meses buscándote por los alrededores, a diferentes horas y nunca logré encontrarte ni por casualidad. Tantas veces hablé con Rodrigo, tantas veces escuché a Liliana pronunciar tu nombre sin saber que eras tú y cuando voy camino del trabajo y me detengo porque es mi obligación a ayudarte con tu avería, te veo. Más hermosa de lo que te recordaba y llorosa. Pensé que iba a morir.
—Bueno, es que me di un buen golpe contra el capó, la inflamación duró varios días.
—Pero ahora, te he encontrado y no pienses que voy a dejarte escapar. Tienes que prometerme una cosa.
—¿Cual?- Pregunté sorprendida.
—Que vas a ser siempre mía.
—Soy tuya, desde aquella noche. Dejé mi corazón encadenado al tuyo, solo que no lo he sabido hasta ahora — . Aún me queda una pregunta más. — Tú tatuaje, es extraño. Un sol que contiene una luna, sus rayos afilados... ¿Qué significado tiene?
—La luna representaba la soledad que sentía. Fue el primer tatuaje que me hice.
—Tenia un vago recuerdo de tu brazo tatuado, pero no estaba segura aunque encontraba algo fuera de lugar. ¿Y el sol?
—El sol... mi Sol eres tú. El sol que había abrigado y dado calor a la solitaria luna. Me lo tatué después de mi noche contigo.
No podía creer lo que estaba oyendo. Era lo más dulce que me habían dicho en mi vida.
Sonreí, mientras lo atraía hacia mí. Pronuncié las palabras para mí. Sería siempre suya porque sabía que con ningún otro iba a ser capaz de sentir tanto.
Acabo de entregarle algo mas importante que una noche de buen sexo a este hombre, acabo de entregarle mi corazón, con las manos abiertas y feliz.
Y sé, que en más de una ocasión le susurraré; Devórame otra vez.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Amé esta historia.
ResponderEliminar