miércoles, 6 de diciembre de 2017
CAPITULO 38 (PRIMERA HISTORIA)
El bajó después de cerrar con llave. Aproveché para darme una ducha, lo necesitaba. Aún me temblaban las manos por el susto que había pasado. Era extraño, en el momento en que todo había pasado, no había sentido miedo, sin embargo, cuando ya pensaba que estaba a salvo, comencé a sentir un pánico que me atenaza el cuerpo y no me permitía respirar.
Debía confesar, que sólo me había sentido segura, en los brazos de Pedro.
La puerta del baño se abrió, y Pedro entró con la cara descompuesta. Pensé en pedirle que se largara, pero no me atreví. Vi sus manos, las traía enrojecidas. Los nudillos ensangrentados.
¿Qué le habría pasado? ¿Habría tenido algún percance con la moto?
– ¿Qué sucede? – me atreví a preguntar, mientras tiraba de la toalla que me envolvía tratando de tapar todo lo que
pudiese de mi anatomía.
Él no me habló, tan sólo se miraba las manos.
Me acerqué a él, y le volví a hacer la misma pregunta.
– Yo... lo vi. Merodeando por tu casa. No puede evitarlo.
– ¿A quién? ¿Víctor ha estado aquí? ¿Qué has hecho Pedro? – la voz me temblaba, cientos de imágenes, con Víctor molido a golpes sobre la acera, exhalando su último aliento acudieron a mi mente desordenadas.
– Nada. Le he golpeado esa maldita y estúpida cara de bastardo que tiene. Creo que se le han quitado las ganas de
volver a levantarle la mano a cualquier mujer, y por supuesto, que no volverá a acercarse a ti.
– ¿Pero está bien? – pregunté sólo para asegurarme.
– Bien, no, pero sobrevivirá. ¿Podría ducharme?
– Sí, claro – contesté. Buscaré algo que te pueda valer.
– Quiero que tengas claro, que voy a pasar la noche aquí.
– ¿Aquí conmigo? – pregunté.
– Sí, en el sofá, no te preocupes, ya sé que no deseas tenerme cerca, pero creo que ésta noche me saltaré tus preferencias y me quedaré para asegurarme de que todo esté bien – dijo abatido.
– Sí, gracias. Y, no digas eso. No es que no quiera tenerte cerca.
– Entonces, dime Paula, ¿qué es?
– Es, sólo, que me siento herida. Que no sé, qué ha sido real y qué no lo ha sido.
– Esto, lo que hubo entre nosotros, lo que hay, es real. Todo lo que dije, o hice contigo, fue sincero, aunque la manera de conocernos no haya sido la adecuada, aunque yo me equivocase al ocultarte lo que sabía, pero lo nuestro, ha sido cierto. Cada beso, cada caricia, cada palabra, incluso las bruscas y malsonantes que no te gustan, todas y cada una han sido ciertas – él se había aproximado más a mí.
Su aliento cálido me envolvía, me tranquilizaba, me hacía sentirme segura a pesar de que me empeñase en estar enfadada con él, lo que realmente quería, era perderme entre sus brazos.
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