martes, 26 de diciembre de 2017
CAPITULO 29 (TERCERA HISTORIA)
Así ambas nos dirigimos hacia el ático que Liliana compartía con Víctor cuando estaba con él.
Al llegar esperamos a que algún vecino abriese la puerta, no queríamos llamar por si acaso mis peores sospechas se hacían realidad y dábamos ventaja a su captor.
El ascensor tardó un siglo en subir y al llegar a la última planta. Una vez allí, nos fuimos acercando despacio hacia el
ático de Liliana. Carla iba detrás de mi, necesitaba sentir que ella estaba a salvo y su bebé también.
Al llegar al recodo del pasillo, oímos voces.
Víctor gritaba tan alto y estridente que no era capaz de comprender lo que decía. Le indiqué a Carla que mantuviera silencio y que esperase en ese lugar. Ella asintió no muy
convencida, pero prefería que ella no estuviese presente en su estado al no saber que era lo que podría encontrarme.
Las malditas piernas me temblaban como si estuviesen hechas de gelatina y el estómago me quemaba por la tensión.
Respiré calmada y continué acercándome hasta que llegué a la puerta que estaba entreabierta y presa de un pánico atroz, la abrí con un suave empujón.
No mire hacia Carla pero supe que teclea algo en su móvil.
Entré como un huracán silencioso preparada para encontrarme a mi amiga en el suelo sobre un charco formado con su propia sangre, o algo mucho peor.
Todo estaba revuelto, el olor a sucio y dejadez era denso, como el miedo que me empapaba con su humedad. Agucé el oído y escuché gemidos, corrí como alma que lleva el diablo al salón sin saber en qué estado iba a encontrarme a
Liliana, pero al menos, los gemidos me indicaban que estaba viva.
Debía llegar ya a ella.
Empujé un poco la puerta del salón y entré tratando de hacer el menor ruido posible, en seguida vi la espalda de Liliana, sus manos estaban tras su espalda atadas con una brida y por la postura de sus hombros inquietos supuse que lloraba.
“Maldito cabrón”, pensé.
Entonces Víctor apareció ante mi vista, me agaché para que no viese, dando gracias al bendito sofá que me servía de
parapeto. ¿Llevaba un arma?
Todo mi cuerpo se estremeció, llevaba en su jodida mano una puta pistola y la frotaba contra su sien. ¡Cómo si fuese un rascador inofensivo! Su mirada perdida y nerviosa, psicótica mientras se paseaba de un lado a otro, hablando,
murmurando, llorando.
Su estado era el de una persona que había perdido la razón del todo. Me asusté, sentí un miedo como nunca antes, temía por la vida de mi amiga, la vida de una persona importante en mi vida y a la que quería.
Respiré hondo y traté de pensar en cómo actuar, entonces, él se acercó hasta Liliana con mucha agilidad para mi asombro y pegó su frente sucia a la de Liliana, que dejó escapar un sollozo aterrado.
El pánico la hacia temblar y llorar y supe que estaba realmente asustad; como yo.
— Todo esto ha sido por tu culpa Liliana. Desde que me dejaste todo fue mal. ¡¡Todo!! ¿Por qué tuviste que romper lo
nuestro? Yo te amaba tanto... Tú eres la única culpable...¡Joder!
— ¿Cómo puedes decir eso? No estas bien Víctor — murmuraba Liliana tratando de calmarle — , lo nuestro nunca tuvo sentido... ¡Por Dios! ¡Tienes un hijo con otra mujer!
— Si, un hijo al que no puedo ver, ¿sabes por qué? Porque una juez ha dictaminado que no estoy en mis cabales … — siseó agarrando a mi amiga de la blusa y levantándola de la silla con brusquedad.
Eso hizo que algo en mi se activase, al ver a la pobre Liliana convertida en una muñeca entre las manos de un demente
titiritero.
Liliana sollozó de nuevo y pude ver su lágrimas humedeciendo sus mejillas.
— Ahora — continuó Víctor — , vamos a dejar este mundo los dos, yo no voy a ser feliz, pero no dejaré que tú lo seas con tu adorado príncipe verde...
— Déjala ahora mismo cabrón enfermo — escuché mi voz interrumpir el monólogo del monstruo.
— ¿Tú quién coño eres? Vete, no es de tu incumbencia.
— La que va a impedir que hagas una gilipollez. Y te equivocas, si me incumbe.
— ¿Qué pasa zorra? ¿También quieres dejar este mundo? Si no es así mas vale que te largues.
— Lo haré, en cuanto sueltes a mi amiga.
— ¿Tu amiga? ¿Desde cuándo ... ? ¡Ah claro! Una de las personas que ahora forman parte de su nueva y perfecta vida...
Suspiré tratando de mantener la aparente calma que había logrado reunir, era verdad que Víctor no me había visto nunca, pero yo a él sí, en algunas fotografías y sin duda era el hombre del restaurante.
— Estabas el otro día observándonos, ¿ verdad? En el restaurante.
— ¿Así que me viste...?
— Creí que me había confundido, pero no, ahora sé que no. Eres un enfermo que no es capaz de ser feliz y que odia que los demás lo sean. Por mi vuelate la tapa de los sesos, pero deja a mi amiga en paz.
Algo en mi réplica le disgustó y dejó caer a Liliana al suelo.
Ella se arrodilló desesperada mientras Víctor se acercaba a mi y me agarraba fuerte por el pelo, atrayéndome hacia él.
— Eso te gustaría verdad, ¿zorra? Ver como me vuelo la cabeza? Pues puede que lo veas, pero antes disfruta del espectáculo.
Y al decir eso, vi como encañonaba a Liliana que permanecía en el suelo.
— Arrodíllate zorra — grito a Liliana que obedeció sin oponer resistencia.
Liliana cerró los ojos y comenzó a murmurar algo que no era capaz de escuchar, pues los jadeos excitados del animal llenaban mis oídos.
— ¡¡No te atrevas!! — exclamédesesperada.
— Si que me atreveré, haré lo que quiera con ella, porque es mía, me pertenece— se carcajeó y su risa me llegó al alma, congelándola. ¿Cómo podía una persona convertirse en un ser... así?
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Uyyyyyyyyyyy, ojalá lleguen pronto los hombres. Muy buenos los 3 caps.
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