domingo, 10 de diciembre de 2017
CAPITULO 12 (SEGUNDA HISTORIA)
El paseo hasta mi barrio es agradable, dudo porque no tengo claro si debería dejar que me acompañase hasta mi puerta.
Lo mejor sería despedirse antes, en un lugar cercano.
—No eres muy habladora — interrumpe su voz mis pensamientos.
—Sí, si que lo soy es solo que hoy tengo un mal día — confieso.
—Bueno, de eso estamos sobrados, de malos días.
—Si, supongo.
—¿Te gusta el cine? —pregunta de repente.
—Sí claro, me encanta.
—¿Que tipo de pelis? ¿Las románticas?
¿Otra vez con eso de la damisela en apuros?
—No sólo esas —contesto —. También me gustan las de ciencia ficción, las distopías, las de súper héroes...
—¿En serio?
—Si, en serio. Desde pequeña. Mi amor secreto es Spiderman —confieso.
—No lo esperaba.
—Bueno así somos las personas, ocultando secretos, aparentando lo que no somos.
—¿Eso haces? ¿Aparentar?
—No es lo que quería decir sin embargo, supongo que a veces lo hago.
—¿Por él?
¿Él? ¿Qué él? ¡Ah!, se refiere a Hector.
—No por él no, por mí — contesto algo enfadada.
—No pareces una mujer enamorada.
“Porque no lo está”. Responde mi mente.
—Bueno supongo que con los años, los sentimientos cambian.
—No pienso igual, creo que si uno ama de verdad, el amor dura toda la vida.
—Eso si que es sacado de una película.
—Lo creo de verdad. Lo viví, mis padres se amaron hasta el fin de sus días.
—Suena bonito.
—Lo fue. Quiero algo así para mí.
—Pero, ¿cómo obtenerlo? Quiero decir a veces, por muy enamorada que estés, las cosas se vuelven tediosas, aburridas, pero el amor esta ahí, de una manera menos ardiente quizás, pero ahí está.
—Eres una mujer preciosa — susurra mientras me detengo para despedirme.
—Gracias — digo tímida. Siento de nuevo el rubor cubrir mi rostro.
—No des las gracias por algo que es un hecho. Me gustaría verte de nuevo — dice serio.
—Lo siento, no puedo...
—¿Por qué?
—Porque...
—Espera, déjame adivinar. Porque tienes novio.
—Sí, eso es —miento, porque en realidad es que me asusta estar con él, conocerle más y lo que más me asusta es la atracción que mi cuerpo no es capaz de controlar hacia él.
—Solo sería un paseo, una película, una cena...
—Tengo la sensación de que no sería solo eso. Además, siento que no es lo más adecuado.
—¿Qué sucede? ¿Tienes miedo? — su voz ahora es desafiante.
—¿Miedo? —pregunto enfadada —¿De qué? ¿De ti?
—Sí de mí, de lo que puedas sentir respecto a mí — su voz es segura y grave.
Sus manos de nuevo están sobre mí, veo sus dedos, tratando de bajar la cremallera de la chaqueta.
Está muy cerca y siento que mis rodillas tiemblan. “Debo alejarme, debo alejarme”, repito en mi mente como un mantra.
—Estás equivocado — respondo bruscamente para cortar la tensión —. No siento nada por ti, eres un extraño.
—Escucho tus palabras y trato de creerte, pero tus ojos me dicen otra cosa, Paula —susurra ahora más cerca de mí. Su boca al lado de la mía, sus manos en mi cuello. Su cercanía, su calor me abruman.
Debo irme pero deseo quedarme. Deseo quemarme de nuevo con el contacto de su piel, sentirle dentro de mí.
Hay algo en él que me atrae, su seguridad, su forma de decir las cosas sin pretensión y sin dobleces. El recuerdo mágico de aquella noche...
“Huye”. Me advierte mi mente. “Huye o arderás”. Pero no puedo moverme del sitio.
Cuando decido hacerlo, me sorprendo con su boca sobre la mía.
Un roce suave, casi como el aleteo de una mariposa.
Pedro me mira, esperando que lo detenga, pero soy incapaz porque deseo que me bese de nuevo.
Su beso ahora se hace más profundo y yo respondo.
Mis manos rodean su cuello y lo atraen hacia mí. Nuestras lenguas se enredan, saboreándose, conociéndose, pidiendo más la una de la otra, en una guerra de exigencias.
Un gemido nace en mi garganta y muere en su boca y el me responde con otro gemido.
Le gusta mi beso, a mí el suyo. Me siento rara por besar a otra persona que no sea Hector.
Hector... ¿Cómo puedo hacerle esto?
Ese pensamiento rompe la magia y me arrastra de nuevo a la realidad. Poso mis palmas sobre su pecho y lo aparto de mí, encontrando unas fuerzas que no sabía que poseía.
El beso acaba de manera brusca y el me mira confundido, sus ojos nublados por el deseo.
—Lo siento — mascullo y salgo corriendo a toda prisa.
Oigo que me llama, mi nombre en su labios se escucha como música. Pero no me detengo, me obligo a correr con todas mis fuerzas, hasta que noto que las piernas me arden.
Una vez a salvo, tras la puerta de mi casa, voy al baño y vacío el contenido de mi estómago.
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Uyyyyyyy, qué macana. Cómo va a salir corriendo asustada así????!!!!!! Muy buenos los 3 caps.
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