miércoles, 20 de diciembre de 2017
CAPITULO 11 (TERCERA HISTORIA)
Todos bebían vino tinto en grandes copas, parecían animados charlando, excepto Alfonso que acariciaba con la
mirada distante la copa entre sus manos.
— Bueno, bueno, ¿bebiendo? Cuidado no os vayan a multar los verdes... por ir morados... — sonreí.
— No se atreverían — rió Rodrigo.
— ¿Vallejo tú también? El que siempre dice que no bebe si ha de conducir.
— Es que no voy a conducir, lo hará Paula.
Agustin miró hacia Carla, que se sonrojó y advertí que bebía agua.
— ¡¡No!! — exclamé — . ¿En serio? ¿Y no pensabas decírnoslo? — chillé dando saltitos, de los que luego más tarde estaba segura me arrepentiría.
— Bueno, es que no quería estropear el momento de Liliana...
— ¿Pero qué sucede? — preguntó Liliana, hasta que su cara reflejo una expresión de reconocimiento. — ¡¡Dios mio!! ¡No me lo puedo creer! ¿En serio? Pero Carla si yo me alegro
muchísimo...
— ¿Qué demonios sucede? — preguntó Rodrigo que no comprendía en absoluto la conversación.
— Pues... estoy embarazada ... — dijo tímidamente Carla.
— ¡Enhorabuena Vallejo!
— Enhorabuena — susurró Alfonso que ahora parecía más feliz.
Liliana y yo besamos y abrazamos a los futuros papás y Rodrigo y Pablo no dejaron de dar palmadas en la espada de su amigo felicitándole.
— ¿De cuánto? — pregunté.
— Solo de una falta, por eso quería espera, pero está claro que no se te escapa ninguna.
— Me alegro mucho … — susurró Liliana un poco triste.
— No te preocupes, nunca se sabe — dije para consolarla — , quizás lo estás y no lo sabes.
— Bueno, supongo que si no ha sucedido ya... pero no voy a pensar en eso, sino en mi futuro ahijado.
— Pero bueno, ¿quién te ha dicho que vas a ser tú? — reímos.
Volvimos a sentarnos algo más tranquilos y pedimos el almuerzo. La charla se basó prácticamente en los síntomas que presentaba Carla, si estaba bien, si tenía nauseas, mareos, antojos.. o cualquier otra cosa de embaraza. Pero para nuestra desilusión no tenia ninguno todavía.
Cuando la euforia pasó, pudimos de nuevo volver al tema “Boda Liliana” que cada día estaba más próxima y no pude
dejar de darle vueltas al asunto de que Alfonso iba a estar presente en mi vida mucho más de lo que me gustaba.
La comida terminó y de nuevo me vi en la tesitura de dejar que Alfonso me acompañase a mi casa, no tenia vehículo para regresar y todavía por la noche nos quedaba la prueba de degustación en el restaurante que habían escogido Liliana y Rodrigo. Un bonito lugar alejado de la
capital con vistas a la montaña y a una hermosa ermita.
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