jueves, 21 de diciembre de 2017
CAPITULO 16 (TERCERA HISTORIA)
La tensión en mi estómago me avisó de su llegada. Me imaginé al borde del abismo, esperando una leve ráfaga de
viento que me empujase al vacío. El vacío de sus ojos, de su mirada, al pozo oscuro de su garganta repleta de mis gemidos, unos jadeos que Pedro no dejaba escapar porque los deseaba todos para él, el artífice de tanto placer.
Sus envites se aceleraron, parecíamos un animal salvaje, eramos puro fuego.
Gemí y aullé clamando a la luna que no podía ver su nombre.
Y así, con su nombre muriendo en mis labios y sacudida por la oleadas de placer que me había regalado exploté en un orgasmo bestial que me dejo exhausta, feliz y satisfecha al escuchar que su fin se unía al mio. Dos moribundos unidos al final de sus vidas.
Su cuerpo pesado contra el mio me empujó hasta la pared fría, no me importaba que fuese una pared mohosa, no me importaba estar colgada de las muñecas, solo me importaba que el seguía dentro de mi, que estaba con él.
Solo importaba lo que me había hecho sentir, el placer que me había regalado.
Me había entregado todo lo que nunca habría imaginado tener. Sobrecogida por la fuerza del sentimiento abrumador que se había adueñado de ambos, supe que iba a ser el primero encuentro de otros, porque entendí que con un solo
encuentro mi alma no se había satisfecho, por el contrario se había quedado con ganas de más.
Mucho más.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario